Si no se materializa la recesión de Estados Unidos en el tiempo ni en la magnitud esperada anteriormente, se puede asumir que la actividad económica de México reflejará este año el efecto positivo que sí están teniendo el nearshoring y el consumo doméstico, aseguró Pamela Díaz Loubet, economista para México en BNP Paribás.
Dijo que el comportamiento positivo que ha mostrado la inversión fija bruta, particularmente en maquinaria y equipo, así como el incremento en la demanda de parques industriales, permiten considerar que ya están llegando inversiones por la relocalización de cadenas productivas.
No estamos viviendo un nuevo Mexican moment, matizó, pues implicaría que se ha presentado un cambio en la capacidad de crecimiento de largo plazo. Pero sí “tenemos enfrente una oportunidad única, de relocalización de empresas. Dependerá ahora cómo se aprovecha este flujo de inversiones en trabajo y capital suficiente para aumentar el PIB potencial de México”.
Entrevistada por El Economista, adelantó que revisarán al alza su pronóstico de crecimiento para el PIB de México desde 1% que tenían, para dejarlo “por arriba de 2 por ciento”.
Precisó que para esta revisión tomará en cuenta la resiliencia que ha mostrado el consumo interno, el flujo de la Inversión Extranjera Directa (IED) y la previsión de que la recesión de Estados Unidos se presentará hasta el año próximo.
Aunque las familias que reciben remesas son sólo 13% del total de los hogares que hay en México, sí pueden apoyar al consumo, enfatizó.
Primero porque entre el 2020 y el 2022 experimentaron un crecimiento importante que las llevó de representar 2% del PIB a 4% del PIB.
Las familias que reciben remesas, suelen gastar el dinero en bienes de consumo inmediato durable y al desagregar la información, parece que este crecimiento está más dirigido al gasto en bienes de consumo inmediato y de corto plazo, detalló.
Además, si tomamos en cuenta el monto de remesas que están enviando y el número de transacciones en las que están llegando estos recursos, se puede asumir que muchas más personas están enviando dinero respecto de las que solían hacerlo antes de la pandemia.
Si esto llega a implicar un cambio en el patrón del flujo de remesas, significaría que seguirán siendo resistentes.
La economista resalta que además de las remesas, el crédito al consumo podría estar detrás de este patrón.
Díaz Loubet señaló que un mejor desempeño económico sí puede generar algún tipo de presión sobre la demanda y matizó que se están disipando las presiones externas que mantuvieron la escalada de precios y que estamos en espera de ver el impacto acumulado de la restricción monetaria.
Anticipa que la inflación terminará el año con una variación de 5.5% anual pero advirtió que se está abriendo la brecha con la inflación subyacente que prevé cerrará el 2023 con una fluctuación del 6% anual.
Descarta en consecuencia la posibilidad de algún recorte en la tasa de interés para este año, lo que significa que se mantendrá en 11.25% y prevé que hasta el próximo año se registrará un primer ajuste a la baja si la inflación confirma la tendencia a la baja.
Pero advierte que ni aún recortando la tasa prevé un ciclo de recortes. La política seguirá restrictiva un par de años más. Es lo que requiere la inflación donde se encuentra y es lo que ha explicado el Banco de México, finalizó.
Fuente: T21